miércoles, 11 de noviembre de 2009

LA TELEVISION Y LOS REALITYS O LAS IMAGENES SIN FONDO



LA TELEVISION Y LOS REALITYS O LAS IMAGENES SIN FONDO
Por: Miguel Angel Otálvaro B.
Desde la invención de la televisión en 1927 y todos los avatares a los que se ha visto enfrentada, estamos como al principio: la televisión en manos de quienes detentan el poder político y usado como arma y soporte para poder perpetuarse en el poder de los dueños de los medios masivos de comunicación. Así como muy rápidamente se dieron cuenta los dueños de la compañía RCA, del poder que tendrían en sus manos al obtener la patente de la invención de la televisión. Los casos de Colombia; que ordenan sacar del aire programas que hacen críticas al gobierno y que es además sabido que los gobernantes son dueños de la cadena RCN, Radio Cadena Nacional (llamada Radio Casa de Nariño), y que además, los otros canales son partidarios del gobierno. El caso de Italia es similar con Silvio Berlusconi, dueño varios canales privados y además del uso que hacen de estos medios para su provecho personal, también legislan para procurarse presupuestos para sus canales. No menos preocupante será la programación que vemos en estos canales, ya que es demasiado evidente que solo importa el rating, ya que las novelas son de muy bajo presupuesto y con los mismos actores que son contratados por las compañías y no por un proyecto o algún director independiente. Todos tienen dueño.
El fenómeno de los realitys ha entrado de forma agresiva en la televisión colombiana, se pelean los clientes, antes televidentes y las pautas publicitarias; con estos programas ya no pagan actores, de modo que son programas de muy bajo presupuesto y una alta rentabilidad, pero los resultados para la cultura son desastrosos. Obviamente tendríamos que recordar, que el solo aparato, ya de por sí y por su sola condición y sus dinámicas, captura la atención del espectador. Es decir, que no es necesario que se preocupen por crear imágenes con contenido, el dispositivo ya de entrada les soluciona el problema de captar la atención del televidente, como lo comenta el profesor Laferla en el texto “El medio es el diseño audiovisual” de cual es compilador y autor de varios capítulos como “Televisión, imagen electrónica y formas culturales” (pag, 218. Editorial Universidad de Caldas, Manizales, 2007). Al ver estos “programas” solo estamos asistiendo a unas imágenes “sin fondo”, carentes de significación, las escenografías se representan a sí mismas y los “actores” igual. No hay posibilidades de un intercambio simbólico del espectador con estas imágenes, el espectador no obtiene nada, solo está frente al televisor y recibiendo un alud de mensajes publicitarios.
Se entiende entonces la preocupación y los trabajos en este sentido, hechos por Jean Christophe Averty en Francia como realizador de televisión a principios de los años 60 y esperando formar un espectador con sentido crítico frente a lo que consume, de igual manera Ernie Kovacs en Estados Unidos, en los años 50. Hacían programas de gran calidad en su producción y de una gran innovación en la forma de construir las imágenes, mucho mas allá de lo convencional, lograron construir casi obras de autor y mostrando las posibilidades creativas de la televisión; tanto en programas en directo, como en diferidos. Tanto y tan variadas fueron sus búsquedas que abrieron caminos hacia el video arte y la video instalación: particiones en la pantalla, manipulaciones tempranas de efectos electrónicos, decorados muy trabajados, incrustaciones de fondos, fundidos, superposiciones de imágenes, composiciones complejas de cuadros televisivos e intervenciones desde la estructura expresiva de casi todos los géneros y unas puestas en escena, recuperando procedimientos artesanales utilizados por Meliés o deconstruyendo los mismos mecanismos de la televisión.
Los realitys podrían entonces estar dentro de la que llama Umberto Eco “La Neo tv” . La característica principal es “que cada vez se habla menos del mundo exterior...Habla de sí misma y del contacto que está estableciendo con el público. Poco importa que diga o de que hable…”.
Los realitys cuentan con una gran cantidad de público (obviamente no de publico bien informado), en donde se ponen a disposición líneas telefónicas que ponen en contacto directo al público con el programa, aunque normalmente con la intención de que el televidente-cliente, consuma minutos de celular, que van a dar a los mismos bolsillos de los dueños del programa o los anunciadores. El espectador pasó a ser un usuario, un cliente al cual todo se le puede vender.
Eco propone dos grandes categorías para la televisión; uno sería los programas de información y segundo, los programas de fantasía o de ficción. Si los programas de información son los que los hechos mostrados o los acontecimientos son posibles de verificar y lo hacen a través de tomas en directo o en diferido y los acontecimientos pueden ser políticos, de crónicas de sucesos, deportivos o culturales, aquí podremos instalar los realitys. Pero esto entonces, implica que deberían cumplir, según Umberto Eco, con su deber en tres aspectos: A. diciendo la verdad, B. diciéndola según sus criterios de importancia y proporción y C. separando la información de los comentarios. De modo que, según lo dicho, el reality difícilmente cumple con la primera, ya que siempre nos queda la duda de si lo que pasa no se planea casi siempre en pos del rating y posponen los finales hasta el hastío. Con la segunda, de por si es mucho mas laxo lo que se pide es confuso y con esto se puede jugar a gusto. En cuanto a la tercera nos deja como la segunda, dependiendo de la buena voluntad de la programadora, (recordamos aquí una película que estuvo recientemente en cartelera y muestra de forma cruda, la realidad de estos programas como ¿“Quién quiere ser millonario”?.
Los personajes que aparecen en estos programas se representan a sí mismos, lo que haría esto es que tendrían que hablar a la cámara y la verdad es que generalmente hacen de cuenta que la cámara no está, para poder crear la ilusión de una vida real extratelevisiva. Esto acentúa la diferencia entre información y espectáculo y en medio de este espectáculo, la televisión hace como que quiere desaparecer. El presentador es un gran vendedor y sería el único que representa un papel. Hay que verlos con su actitud digna y posuda con todo el protocolo y el boato, hablan y dan órdenes a los participantes, que están en medio de “luchas entre regiones”, “revanchas”, reaniman disputas que no existen, alientan al regionalismo y a ver cuál región es más verraca o aguantadora o lo que sea que se les ocurra para vender. Participantes, que a mi modo de ver, aparecen como si pudieran venderse y traicionar sus amigos o compañeros por la bolsa que ofrece el programa. Se desnudan de muchas formas, desde el cuerpo hasta en sus sentimientos más bajos y oscuros. Nunca animan a reforzar valores que sería lo mínimo que se podría pedir. Alientan rivalidades, mandan “al paredón” a algún rival, desentierran viejos enemigos o participantes ya eliminados y los traen como fantasmas cuando va bajando el rating o en el camino se le ocurre a alguno de estos “creativos” alargar de forma indefinida un programa de estos tan pobre y tan falto de creatividad. Siempre tiene que haber competencia, ganadores y perdedores, humillados y premiados.
Podría alguien decir que algunos de estos programas tienen alguna ganancia para los participantes, porque consiguen contratos con canales para protagonizar novelas o si ganan el concurso de canto o de cualquier otra cosa, pero la realidad nos ha mostrado otra cosa: no los hemos vuelto a ver, no saben qué hacer con ellos porque por más que han ganado, no dan la talla para ser buenos actores o cantantes. A mi modo de ver, estos “creativos” son también como “traficantes de ilusiones”, juegan con la ilusión de todos, televidentes y participantes.
Hay una caricatura que muestra un grupo de mal llamados “creativos” de un canal de televisión, que reunidos en grupo, deben dar ideas para un nuevo programa. Lo primero que hacen, es prender cada uno su televisor portátil y alguno grita de vez en cuando al ver algo en la pantalla ¡tengo una idea!...nada alejado de la realidad. Sufrimos de una escasez profunda de ideas frescas y de argumentos creativos en las novelas. Lo que finalmente nos deja como resultado, un televidente desinformado y viendo (y nos atreveríamos a decir) viviendo una realidad sesgada.


TELEVISIÓN Y EDUCACIÓN
La televisión debería servir para conocer el mundo, para enseñar al espectador a vivir, debería abrir nuevas ideas. Creo que ya de entrada y por lo dicho al principio, la televisión no alienta la creatividad, sino, la pasividad; por la posición del espectador frente a ella, de escucha, no de participación. Pero otra cosa es lo que nos están dando como material de primera, en horario familiar y con una hora o más de duración. Por más que me esfuerce (y no es que lo haya hecho) no he podido encontrar nada positivo o rescatable para nuestra juventud o para nuestros niños en estos remedos de programas.
Por esto creemos que la televisión en las escuelas debe ser bien utilizada, ir más allá de sentar a los alumnos frente a ella y esperar a que esto los mantenga quietos por una hora o dos, pero ¿hay reflexión?, ¿se aprendió algo?, ¿quedó alguna incógnita?. Creo que debemos fortalecer en los alumnos la capacidad crítica frente a lo que ven y consumen. A que entiendan los procesos de funcionamiento, de programación demás de los canales y las políticas de Estado frente a la televisión, que conozcan sus derechos como televidentes. Nuestra opinión con respecto a la pregunta, si ¿es la televisión un instrumento útil para apoyar los procesos de enseñanza y aprendizaje?, responderíamos un rotundo sí. Obviamente esto requiere por parte de las instituciones educativas, fomentar la investigación y el fortalecimiento de los lenguajes con respecto a este medio tan importante y tomar con responsabilidad el uso en el aula. Porque no tiene sentido mostrar lo evidente como sucede con los realitys, y tendríamos que decir con Vertov “no copiéis los ojos”. Debemos concentrarnos en el valor epistemológico de la imagen televisiva, fomentar la experimentación y enfatizar en la dimensión de la información estética que posibilita. No solamente hacerlo desde la televisión, sino desde cualquier otro dispositivo de imágenes que se estén usando, llámese cine, video, computador, mp4.
Un informe elaborado por la empresa GECA (Gabinete de Estudios de la Comunicación Audiovisual), a mediados de los años 90, para la Secretaría de Educación de España, señala que “los niños que ven una programación educativa de calidad de forma regular aprenden más y mejor que los que no la ven; también se demuestra que la ayuda de un educador, padre o maestro durante el visionado de los programas mejora la calidad de aprendizaje del niño” (GECA, 1995).
Necesitamos más programas de carácter educativo, (para todas las edades). El caso del programa Plaza Sésamo con el que crecimos una gran cantidad de la población latina, es un buen ejemplo de ello, ya que todavía lo recordamos y hablamos de sus programas y, hay que reconocerlo, cantamos sus canciones. La calidad de sus personajes, los guiones, las canciones y en general, todo el material producido por este programa, ha hecho de este uno de los mejores en este género. Creemos además que los materiales televisivos pueden ser aprovechados en las aulas para complementar la formación.
Necesitamos políticas de Estado que protejan (en vez de que las persigan) la televisión barrial, con programas que enfaticen en lo común, que transmitan sus celebraciones, inquietudes, hablen con los vecinos sobre cualquier problema o inquietud que los aqueje y ayuden a un acercamiento vecinal, interbarrial. Esto fortalecería los noticieros regionales que aunque con buenas intenciones, lo producido por ellos dista mucho de ser de buena calidad. Sabemos también que hace pocos años fueron consideradas “ilegales” las pequeñas organizaciones barriales que tenían servicio de antena parabólica, por hacer uso del espectro electromagnético sin pagar derechos, de forma similar, por usar señales de canales internacionales sin autorización. Hecho lamentable y aunque no se niegan estas razones legales, con la cancelación de estos proyectos, también se fueron a la basura muchos canales barriales que funcionaban en este entonces.
La BBC en Inglaterra ha hecho esfuerzos por producir programas de carácter educativo, con buenos resultados y se les ha sumado un canal privado como el Channel 4 tv, son buenos ejemplos de lo que se puede hacer desde el Estado y la empresa privada con un compromiso serio por una televisión de calidad, ya que la producción y difusión de estos programas, requiere grandes esfuerzos políticos y económicos por parte de los gobiernos y la necesaria participación de la empresa privada. En Antioquia tenemos Telemedellín, que ha empezado a producir con un presupuesto muy bajo y se nota en sus programas, que ya tiende a desaparecer. Teleantioquia, (aunque con buenas intenciones) que parece no haber cumplido ya 15 años de vida y sus producciones son como las del principio, incipientes. Y Canal U, que también ha bajado en su calidad, después del boom de su aparición en el medio universitario y cultural en Medellín.
Sería necesario también, que por parte de las instituciones de educación superior, conformen carreras, cursos y especializaciones en producción de televisión y de video. Ante nuevos regímenes de visibilidad que tenemos hoy en día, necesitamos nuevas estrategias pedagógicas y didácticas, y la televisión nos abre un campo de posibilidades en este sentido, que vale la pena explorar y aprovechar.
Bibliografía:
“El medio es el diseño audiovisual”. Jorge Laferla, compilador. Editorial Universidad de Caldas. Manizales. 2007.
Medellín, 8 de nov. 2009. Publicado en Urbansensoria.blogspot.com

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